Blog Amycos

Voluntariado Internacional y Servicio de Voluntariado Europeo

A la mitad de mi voluntariado…

15 febrero, 2017

Llegamos a la mitad de mi estancia en Nancy como voluntaria europea.

Si hay una palabra importante a destacar de este tiempo aquí, es sin duda la palabra “cambio”.

Los primeros cambios que sufrí son evidentes: cambio de casa, de ciudad, de país, de idioma, de clima, de paisaje, de alimentación, de cultura, de la gente de mi alrededor, de horarios, del ritmo de mi día a día, de mis actividades cotidianas, de la manera de relacionarme con la gente… Todos esos cambios (y alguno más que seguro que me dejo olvidado) concentrados en tan solo unos pocos días… Y lo que ni siquiera imaginaba es que todos esos cambios, que a mí me parecían tan tremendos, eran los más superficiales que iba a experimentar.

Porque el cambio real, el que realmente nos modifica, no es el cambio de idioma, de país o de cultura. El cambio real es todo lo que nosotros hacemos para adaptarnos a esos cambios. Todas esas pequeñas cosas que hacemos, a veces sin darnos cuenta, y que empiezan poco a poco a formar parte de nosotros. El cambio real es la modificación de tu volumen de voz, es preguntar automáticamente si te quitas los zapatos cada vez que entras en casa de alguien, es usar esponjas en vez de trapos de cocina, es la forma de andar por la calle, es el saber a qué distancia de las personas tienes que ponerte sin siquiera pensarlo, es ir con muletas a un festival, es bailar rock acrobático con tu compañera de piso, es rodar por la nieve intentando esquiar, es tu nueva mirada hacia el mundo y sus pequeños detalles, es el decirte “¿por qué no?” cada vez que te apetece hacer algo que no sabes si volverás a tener la oportunidad de hacer, es el apreciar un abrazo como si fuera un regalo, es el disfrutar de las carcajadas sin filtros de tus compis en la asociación, es sentirte libre por primera vez sin tener cerca el mar.

Cambio es también darte cuenta de todos los cambios minúsculos que has hecho en tu persona de manera inconsciente, y que no te gustan. Cambio es volver a cambiarlos. Porque cambio es también volver atrás si no nos gusta lo que hay delante. Cambio es decirte “yo soy esto, y no quiero cambiarlo”. Cambio es decidir no cambiar ciertas cosas, aún estando en medio de tantos cambios.

Porque (afortunadamente) el cambio no es solo el que sufrimos nosotros. Cambio también es lo que nosotros provocamos en nuestro entorno. El cambio son también las transformaciones que, gracias a nosotros, van invadiendo poco a poco un ambiente del que antes no formábamos parte, pero que ahora es nuestro mundo, aunque solo sea de manera temporal. Cambio también es reconocer aspectos propios en las personas que hace 6 meses ni siquiera imaginabas, y que ahora viven tu vida contigo. Cambio es que tus padres aprendan a usar Skype, es bailar sevillana con tu compañera de piso, es que la gente ya sepa que tú hablas así de fuerte y que no significa que estés enfadada, es ver a una amiga bailando salsa y bachata con gente que no conoce tan solo 2 horas después de haber aprendido, es enseñar a tus compis de trabajo a hacer tortilla y croquetas, es que te devuelvan los abrazos entre risas, es que te den las gracias por tus iniciativas, es que se acuerden de ti cada vez que hace frío o que nieva, es ir durmiendo en un coche encima de tu compañera de piso, es que te den abrazos y besos en la mejilla cuando te ven, es que te digan “te quiero”.

Este tiempo ha dejado en mi vida cosas, muchas cosas: fotos, muletas, moratones, kilos de más, ojeras, agujetas, risas y lagrimas. Pero eso no es lo importante. Lo importante son los momentos, experiencias y emociones que hay detrás de todo eso. Lo importante son las personas con las que lo he compartido. Lo importante es la apertura, el descubrimiento, el aprendizaje, las ganas, el esfuerzo. Lo importante son las vivencias. Lo importante es vivirlo.

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