Blog Amycos

Voluntariado Internacional y Servicio de Voluntariado Europeo

Mi experiencia de voluntariado en Macerata

1 agosto, 2022

¡Hola! mi nombre es Sonia, tengo 24 años,  y estoy haciendo un voluntariado de 8 meses de duración en Macerata (Italia), con personas con discapacidad. El proyecto, más concretamente, se llama Youthquake II. Llevo casi 5 meses aquí y voy a relatar un poquito mi experiencia aquí desde que llegué.

La gran pregunta es: ¿por qué decidí hacer un voluntariado en otro país? La respuesta para mi es fácil, quería salir de la rutina y vivir una experiencia totalmente diferente a lo que estaba acostumbrada, y esto era toda una aventura. Además de que, el proyecto me interesaba muchísimo obviamente. Al principio fue todo un poco raro, conocí muchísima gente en muy poco tiempo. Poco a poco me fui adaptando a esta nueva vida (aún lo hago), y quiero compartir algunos beneficios que, en lo personal, me ha brindado esta experiencia al menos por ahora. En primer lugar, te conoces mejor a ti misma, porque tienes más oportunidades de hacerlo, de estar a solas contigo. Aumentas tus habilidades sociales, aquellas que creías no tener, pues tienes que estar dispuesta a conocer y tratar con cualquier tipo de gente. Desarrollas un nuevo idioma, en mi caso no sabía absolutamente nada de italiano, y ahora puedo entablar una conversación “decentemente” al menos. Por otra parte, mi proyecto es con personas con discapacidad, lo que te hace desarrollar un tipo de sensibilidad diferente al que puedan tener otras personas. Y cómo no, otro de los beneficios son los viajes por Italia. En este tiempo he tenido la oportunidad de visitar Roma, Florencia, Perugia, Rímini, y algunas ciudades de la Región de Marche como Ancona o Civitanova, y tengo pendientes tres viajes más en lo que me queda de voluntariado.

En cuanto a mis actividades de voluntariado: Me encuentro en dos centros diferentes, por un lado, está la asociación de “Anffas” donde trabajo con cuatro hombres de entre 45 y 57 años con discapacidad intelectual, a los que yo llamo de forma cariñosa, mis “hombrecillos”, porque aunque sean hombres adultos albergan la energía y vitalidad de un niño. Con ellos estoy por las tardes acompañándolos en todas sus actividades, a veces hacemos excursiones fuera de la ciudad, cosa que les encanta. Por otro lado, dos días a la semana acudo a un centro llamado “Ci sono anch’io” para adolescentes con discapacidad. Mis actividades allí son también de acompañamiento, jugamos juntos, hacemos excursiones, etc.

En resumen, recomiendo mucho vivir esta experiencia, pues es muy gratificante, y te hace cambiar tu visión de vida.

Comentarios