Blog Amycos

Voluntariado Internacional y Servicio de Voluntariado Europeo

Archivo de Etiquetas: Burgos

¡Fin de la aventura!

5 diciembre, 2016

Hola a todos, ¿Qué tal?

Cuando los cuatro cooperantes que estamos en Bolivia nos pusimos en marcha con el pequeño proyecto Aquí pintamos tod@s! no esperábamos esto:

Estuvimos en el El Espino, donde con un pequeño vídeo en el que invitábamos a la gente a mandar pequeñas aportaciones para pintar el cole y hacer distintas reformas que eran más que necesarias! La acogida de la propuesta fue muy muy buena, y nos enviaron el dinero suficiente como para:

– Pintar todas las aulas y exteriores
– Poner nuevos cristales donde no había o estaban rotos
– Sistema eléctrico en todas las aulas
– Compra de un horno para la mejora de su alimentación
– Elaboración de un parque con material reutilizado
– Comprar material de construcción para tapar grietas y desperfectos: Cemento, Yeso y tejas
– Material educativo

Pero lo mejor de todo esto, no es que consiguiésemos la financiación para realizar esto, sino que lo hicimos entre todos, alumnos, profes, mamas y papas… era un ambiente colaborativo, en el que cada profe con sus alumnos pintaban su clase, dando rienda suela a su imaginación.

Sin duda ha sido una experiencia única y que jamas olvidaré, además coincidió con la fecha de mi cumpleaños, donde los profes me hicieron una tarta muy buena, me cantó todo el colegio el cumpleaños feliz… fue genial!

Y sin duda no podía haber una mejor manera de finalizar nuestra estancia aquí que con esa semana en El Espino, con gente tan maravillosa…

¡Nos vemos pronto en España!

Burgos celebra su fiesta.. y yo con él!

3 julio, 2016

Durante la celebración de San Pedro y San Pablo hemos querido realizar unos talleres particulares para todos los niños y niñas que han querido pasar una mañana con nosotros, jugando al juego de la oca y otras pequeñas actividades, y aprender algo útil de manera divertida.

Yo, durante dos mañanas, ya no era Francesco, un voluntario europeo sino era “Hilario el solidario”, pelo rubio y un traje verde/amarillo ha acompañado a nuestros pequeños visitantes.

Junto con Hilario estaban también Karolina, Livia, Teo, Alessia y Paula, tod@s voluntari@s europeo con los cuales estoy compartiendo estos meses aquí en Burgos y Alessandro.

Junto a Hilario, todos hemos podido aprender algo nuevo. Hemos conocido los 17 Objetivos de desarrollo, hemos aprendido la importancia de no malgastar el agua, hemos conocido más de las 4 estaciones y los mas pequeños han podido pasar un rato dibujando y pintando.

Hemos visto la importancia de la colaboración, como pasar el tiempo todos juntos utilizando un paracaídas, aprendiendo que todos juntos es más fácil, más divertido, que podemos lograr un objetivo si en lugar de uno somos más.

La compañía aquí se ha alargado también con la presencia de nuevos voluntarios italianos que se adjuntan incorporan a los ya varios italianos presentes en nuestro grupo.

El 24 de junio he podido celebrar mi cumpleaños con todos los que están compartiendo momentos en esta ciudad. 30 años son una edad de reflexión, de diversión y de responsabilidad, hay que empezar a convivir con eso. Junto a los que me han acompañado será una nueva aventura.

Estos días, no son solo trabajo, sino también es conocer tradiciones de Burgos, pasar momentos divertidos en las barracas o disfrutando de espectáculos pirotécnicos, todo eso acompañados por conciertos de diferentes géneros.

La Nota triste de esos días ha sido la despedida de Paula, una voluntaria portuguesa que, ha encontrado trabajo en su ciudad y que nos ha saludado con la promesa que pronto nos veremos.

Empieza hoy el último mes en Burgos, a disfrutar y sobre todo a reflexionar a nuevos capítulos que me esperan

Burgos y sus sábados

El sábado 28 de mayo Burgos celebraba su “noche blanca” y la mayoría de l@s voluntari@s de nuestra organización ha han colaborado en uno de los eventos incluidos en la celebración.  Durante todo el día y la noche la gente de Burgos ha podido disfrutar de muchos eventos culturales y visitas a museos.

Uno de los eventos ha sido el “Holi Festival”, un festival que se celebra en primavera dedicado a pura diversión , durante el cual se acostumbra a ensuciarse como sea posible con polvos coloreados en honor a un rito de origen hindú que simboliza el renacimiento.

Divididos en tres diferentes casetas hemos pasado la tarde vendiendo bolsitas con polvo colorado coloreado a las personas presentes, la mayoría jóvenes y adolescentes.

Nunca había visto un evento como èste que se está desarrollando en muchos países y que ya no tiene fronteras.

Otro sábado donde Amycos ha participado ha sido el 3 de junio, cuando se ha realizado un evento para celebrar “Burgos, ciudad de comercio justo”. Posteriormente a la presentación de documentos para certificar que en Burgos están presentes diferentes tiendas o supermercados o que se realizan diferentes eventos para promocionar el comercio justo, Burgos ha sido reconocida oficialmente y se ha decidido a celebrarlo con toda la ciudadanía.

En el paseo de Atapuerca, en frente al Museo de la Evolución, diferentes casetas y eventos durante toda la mañana del día han vendido productos de comercio justo y animando la mañana con música y bailes.

El Ultimo sábado ha sido la celebración del “día de la solidaridad”. El 11 de junio la celebración, en plaza mayor, esta vez todo el día, de la mañana hasta la tarde-noche.

Como todos los eventos Amycos participa con la venta de productos comercio justo; además por la mañana los niños han podido conocer los objetivos de desarrollo sostenible a través el juego de la oca realizado por Amycos.

Durante el día además la gente que ha participado al día, ha podido probar té saharaui, conocer el sufrimiento de este pueblo con la visión de una película y demostrar el apoyo a los refugiados con la participación a charlas y diferentes actividades.

Todos estos han sido sábados que he compartido con otros voluntarios de Amycos, españoles y de otros países; momentos incluidos en otra fotografía que hace parte de mi SVE.

 

 

El fin, fin y sus saudades

15 febrero, 2016

Llegué a Portugal por aire y me marché once meses más tarde por tierra. Casi sin mirar atrás: hasta luego! Furgoneta cargada hasta los topes, ventanilla abierta – estábamos en enero pero el cambio climático tiene estas cosas – música alta y un pelín de resaca. De la última cerveza apurada unas horas atrás o quizás del último abrazo robado aprovechando el último minuto de la última noche del último día antes de volver a casa. Y decir casa sonaba tan extraño en ese momento. Porqué mi casa estaba allí.

Yo, la escéptica, la cínica, la dura, la que sólo quería una pausa de “mi” vida. Resulta que me había encariñado con el sitio y prendido hasta la médula de la gente.

Reconozco que me encanta que me sorprendan – las sorpresas no tanto, me confieso un poco maníaca del control – pero saber que me fui con una idea muy clara y preconcebida de lo que iba a ser mi Erasmus y volver con muchísimo más, esto me gusta.

La convivencia en casa merecería un capítulo a parte en esta história, pero no ha habido ningún asesinato, así que creo que le podríamos poner un aprovado alto. Nos quedaran algunos misterios por resolver, como el extraño caso de la desaparación – dos veces – del pelador de patatas, el lavavajillas que se vaciaba sólo, el medio trozo de pan eterno en la mesa de la cocina y la secuela de la película de terror “Hormigas, el retorno”. Nos hemos reído mucho, hemos visto muchas películas juntos, explotado poquísimo el enrome espacio para fiestas y nos hemos encerrado en la azotea muchas veces para ocuparle el cuarto a Judith. Ropa tendida por todos lados, zapatos por doquier, cuartos compartidos -esa ha sido para mi una gran prueba de fuego que al final ha pasado sin mas dramatismos – y la constate sensación de que cada uno de nosotros era el único que limpiaba.

Los últimos días yo me paseaba por casa con un rollo de papel de wáter bajo el brazo y no – sólo- por miedo a que se terminara por enésima vez, sino para apagar rios de lagrimones que salían de mi o de los que tenía alrededor.

Y es que de repente un día se acaba el tiempo.

Y te preguntas como puede haberse escurrido tan rápido.

Y te olvidas de los momentos en los que tampoco estabas tan bien.

Y haces las maletas mecánicamente.

Y descuentas minutos agónicamente.

Pero todo esto sólo confirma que ha sido bonito.

Ahora, dos semanas después desde casa de mis padres – otra vez – con una libreta en blanco donde empezar a hacer nuevas listas y todo el año por construir.  Este es el momento en que echas la vista atras y piensas que ha valido la pena. Cuando los mensajes de whatsaap se han empezado a espaciar un poquito más. Cuando a veces me tengo que esforzar por recordar que hace dos semanas llegaba de vivir en Portugal.

Porqué el torbellino de la rutina te arrastra, te chupa, te agota y te lanza a tal velocidad que el tiempo deja de tener sentido y ya no sabes si hace una, dos o mil semanas que has vuelto.

Pero es mentira que te olvidas. Es sólo adaptación y supervivencia.

Y este último post, que me había prometido a mi misma, se lo dedico a Franco, a Judith, a Serena, a Lucía, a Horta y, porqué no a Jonas. Que han formado parte de forma muy intensa de este año, y han hecho que la morriña ahora sea insoportable y a la vez más llevadera. Porqué las histórias no contadas, las que me guardo con más recelo,  son nuestras.

Y se lo dedico a mi abuelo, que me ha dado una lección descomunal: esto va enserio y el tiempo no espera.

Y le agradezco a Ale que fuera positivo y perspicaz y que consiguiera finalmente encontrarme un lugar donde hacer un SVE, cuando casi se había agotado el tiempo y casi habíamos perdido la esperanza. Y gracias a Lauri por acogerme en Burgos a mi vuelta y hacer todo el viaje más fácil.

Y porqué no gracias a todos los que formaron parte de todo esto que a su manera lo han hecho especial, a Diogo y sus caladinhos, a Tita y Carolina y su hospitalidad, a Daria, a Juan, a Carla, al Padre Pires, a Paulo, a Maria João, a Juana y su ternura, a Andreia,  a Zsuzsa, a Arman, a Christie, a Concepção, a la señora Inês y sus naranjas, a Dona Ilda, a Helena, a Sandra, al Senhor Antonio y sus bonitas cartas, a Maria y sus besos, a Catarina y Aurora y su energía.

Y con esto acabo.  Se de alguien que ahora mismo estará intentando echarse limón en los ojos y pellizcándose de incredulidad: Si caro mio, a volte sono molto chesee anche io!

Ahora si, Portugal é saudades.

 

España. Capítulo #3

3 diciembre, 2015

Ha empezado otra aventura, otro capitulo de mi vida en España, otra experiencia que va a formar mi vida personal y profesional. Después haber vivido en Santiago de Compostela y Sevilla estaré viviendo en Burgos 9 meses, hasta agosto de 2016.

El 4 de noviembre llegué a esta ciudad para empezar un proyecto de Servicio de Voluntariado Europeo. A pesar del frio y de la niebla, salvo unos cuantos días de sol y calor (aquí conocido como el “veranillo de San Martín”), tengo una buena sensación sobre esta ciudad. Veremos a ver si se confirma…
En el momento en el que estoy escribiendo estas líneas ya han pasado tres semanas. Siempre tengo problemas con el tiempo, pasa demasiado rápido y no te das cuenta de todas las cosas que suceden, de la gente que conoces y de las muchas novedades que aparecen en tu vida.
Mis tareas principales aquí serán trabajar con niños en las escuelas, en los centros cívicos y en Atalaya, una ONG que trabaja sobre la integración intercultural.
En las escuelas se reflexiona sobre el derecho al agua, las desigualdades y las injusticias que se encuentran el poco valor que le damos y lo que podemos hacer para que todos puedan acceder a algo que tendría que ser algo tan accesible y que, desafortunadamente, no lo es. Analizar cómo y porqué pasa eso será un trabajo interesante.
En los centros cívicos (algo que, en mi opinión, tendría que ser exportado a Italia como una idea de espacios sociales donde se promueve un integración intercultural e intergeneracional) analizamos la participación ciudadana, construir una idea de “ciudad” en la cual los niños quieran vivir, cómo se puede participar activamente y aprender a colaborar entre todos y finalmente analizar con ellos cómo todas las profesiones son importantes en una ciudad.
Por último, pero no menos importante, es mi colaboración con Atalaya, realizando clases particulares con los niños, sobre todo hijos de inmigrantes. Queremos ayudar a estos niños a acercarse a la lengua española para que puedan hablar, jugar y compartir entre todos, también con niños que conocen en la escuela y que las primeras palabras que escuchan son en español. Además de eso, en el centro se trabaja con las diferentes asignaturas que realizan en los colegios, sirviendo de refuerzo para ellos. Este trabajo lo realizan voluntarios de diferentes edades que han decidido dedicar un poco de tiempo personal o estudiantes que están realizando prácticas y quién sabe si una vez terminadas decidirán quedarse con nosotros para seguir aumentando su experiencia.
Afortunadamente no existe solo el trabajo, sino también una vida social; compartir el piso con Livia, una chica francesa y Teo, un chico búlgaro es uno de las tantas novedades que un proyecto como este conlleva. Participar en un SVE es también eso, compartir nueve meses de mi vida con personas de otro país, de otras costumbres y otras experiencias que vamos compartiendo entre nosotros poco a poco. Además de eso he tenido la posibilidad de conocer a gente italiana, española, portuguesa y húngara que aquí en Burgos tiene su vida, que ha tenido en los meses pasados y nunca se sabe si ese va a ser el principio de algo más.


En resumen, esta es una idea inicial de lo que va a ser mi vida en los próximos meses, algo más que será parte de mis experiencias y de mi maleta persona, que sigo llevándome a todos lados.