Benvenuto al Borgo Miguel!
2 octubre, 2020
El verano está acabando, está dando los últimos coletazos,pero a su vez comienzan otras cosas. Comienzan los amaneceres fríos y las mañanas calurosas. Comienzan los árboles a tornar su colores y comienza también la noche un poco antes, cada vez más. Comienzan también aventuras, viajes y experiencias que probablemente quedarán grabadas en la memoria para siempre. Comienza mi historia en un pequeño borgo maceratese, donde se respira tranquilidad con olor a tierra pura. Mi nombre es Miguel y en las siguientes líneas os contaré como ha sido mi llegada a Macerata y sobre todo el porqué de la misma.
El prólogo de esta historia se escribió durante ese verano que se acaba. Muchas charlas, emails y mensajes de whatsapp que poco a poco hicieron que las palabras se tornaran en hechos. De hablar sobre que significa ser un voluntario con Alessandro de Amycos por videollamanda a serlo en menos de un mes. De planear un viaje a Italia a hacerlo en menos de una semana. De la mano de Amycos y GruCa comienzo un año en el que espero vivir, conocer y sobre todo aprender. Aprender mucho. Mucho.
Las expectativas, los planes, las ideas, los miedos y las preguntas se agolpaban todas juntas cuando hace poco más de quince días me preparaba para embarcar en un avión rumbo a una tierra poco conocida. Era temprano, muy temprano cuando emprendí la larga travesía que me llevaría de Madrid hasta Macerata, una pequeña ciudad de Las Marcas italianas situada en lo alto de la colina. Al verla por primera vez alzada, anciana y orgullosa, casi como si fuese una vigilante, me dio la sensaciónMacerata guarda por todo aquello que se encuentra bajo ella.
Los primeros pasos del camino estuvieron llenos de incertidumbres, el mayor miedo no era otro que aquel que ha puesto en jaque a toda nuestro mundo, el que ha hecho tambalearse los cimientos de nuestro estilo de vida. La sombra del COVID pululaba como un fantasma sobre mi viaje. Partía desde España, uno de los países donde más grave ha sido el efecto de la pandemia, es por eso que las autoridades italianas habían decretado como obligatorio la realización de un test COVID a todo aquel que entrara al país desde España. Ese fue el primer gran test, la primera gran prueba a la que me enfrenté. Tras conocer a fondo el aeropuerto de Roma Fiumicino buscando la zona donde se realizaban los tests conseguí encontrarla. Es gracioso, por que a la hora de enfrentarme al test lo hice con los mismos nervios que si fuese el examen del carnet de conducir o de una asignatura difícil en la carrera. Con los dedos cruzados y después de esperar un largo rato me dieron los resultados, NEGATIVO.
A partir de ahí sentí que todo iba a ser más fácil. Llegué a Macerata varias horas después, tras un precioso viaje a través de verdes montañas y pequeños pueblos. En Macerata me esperaba el otro Alessandro de esta historia, en este caso el presidente de GruCa, la asociación de acogida en Italia. Tras una pequeña aventura que no viene al caso en unas gasolineras italianas, las cuales por cierto son bastante complicadas de usar, me encontré con él y juntos nos dirigimos al borgo.
Iré contando poco a poco cosas del borgo a lo largo de estas publicaciones. Pero para que tengáis una primera impresión como tuve yo os dejo unas fotos. El borgo Villa Ficana es un remanso de paz y tranquilidad en medio de Macerata, apenas se escuchan ruidos o hay coches. Es como un pequeño pueblo dentro de una pequeña urbe, un pueblo hecho de tierra cruda. Las casas son bajas, con estancias pequeñas y acogedoras. En una de esas casas bajas me esperaban sentadas en la terraza las que serían mis compañeras de viaje en esta aventura Szuszka, Lea, Emily, Mariana y Petra estaban tomando el sol y charlando tranquilamente cuando llegamos Alessandro y yo, ellas son las otras voluntarias que como yo vivirán y trabajarán en el Borgo. Juntos formábamos un grupo de lo más variopinto en cuanto a nacionalidades se refería. En ese pequeño borgo estarían representados desde Polonia hasta Portugal, cruzando Alemania, Eslovaquia, Francia y España.
Como cualquier primer día estuvo lleno de nuevas experiencias. De hecho desde ese día todos los días han sido primeros días. Estas dos últimas semanas todos los voluntarios internacionales de GruCa hemos ido conociéndonos poco a poco así como también ido familiarizándonos con las tareas que llevaremos a cabo durante el proyecto. Básicamente y sin todavía entrar en detalles nos dedicaremos a trabajar codo con codo con GruCa en el Ecomuseo de Villa Ficana, en los parques públicos de Macerata y además colaboraremos estrechamente con la Asociación I Nuovi Amici, la cual trabaja con personas discapacitadas.
Espero que esta primera publicación sirva como breve presentación, como la puerta que se abre hacia mi experiencia como voluntario en Italia. A lo largo de los próximos meses iré contando las vueltas que da este camino que apenas comienza. Espero que cada publicación sea más interesante que la anterior, que la siguiente siempre supere a la anterior. Eso significaría que detrás de estas palabras hay una vida que está cambiando gracias a esta oportunidad.
A dopo!
Miguel.