Memoria Final de Martina, Bailadora, Nicaragua, 2012
24 octubre, 2012
Ya han pasado esos dos meses.. y voy a intentar contar mi experiencia en Nicaragua, aunque no es nada fácil intentar describirlo. Es como sí no hubieran pasado los meses, aquí en Valladolid “todo sigue igual”, pero a la vez he vivido tantas cosas…
Para mí este tiempo en Nicaragua ha sido muy enriquecedor. He tenido la oportunidad de vivir una realidad muy distinta, en una comunidad rural llamada Bailadora, en el municipio de San Ramón, del departamento de Matagalpa. Es un lugar precioso, por sus paisajes maravillosos, verdes y montañosos, y ha sido como un sueño despertarme cada mañana al aullido de los monos y al canto de los pajarines, viviendo el horario del sol…
Como estudiantes de trabajo social, nuestro trabajo durante la estancia ha consistido en conocer la situación y las necesidades sociales que hay en la comunidad, empezando con la observación y detección de las mismas para ir formulando las capacitaciones que hemos realizado con los colectivos jóvenes, mujeres y hombres. Los temas que hemos detectado como importantes para la comunidad y que hemos tratado han sido la igualdad de género, la importancia de la educación y su relación con el desarrollo, comunicación asertiva, participación, medio ambiente, y las enfermedades de transmisión sexual. Con los niños de la escuela primaria también hemos trabajado todas las semanas, haciendo juegos al aire libre, siempre con unos valores básicos presentes como son la solidaridad y la igualdad de género; y además realizamos talleres de reciclaje y un intercambio cultural.
Al principio del trabajo con los distintos colectivos sentí una gran frustración, sintiéndome sobre todo muy “pequeña” las primeras semanas… La sensación que tenía era que lo que queríamos transmitir no llegaba… Las diferencias culturales y del nivel educativo nos obligaron a adaptarnos mejor, modificando la metodología en las capacitaciones. Sobre todo nos dimos cuenta de que la gente participa más en grupos pequeños y en un ambiente más relajado e informal (como es simplemente poner las sillas en el aire libre). Hay que equivocarse para mejorar, y con el tiempo el contacto con las personas de la comunidad fue mejorando y con él la confianza y también la participación.
Esta experiencia ha sido mi primera en el ámbito de la cooperación y de la intervención comunitaria, y tengo que reconocer que llegué a Nicaragua sin saber practicamente nada de como trabajar en este ámbito. Pero ahora he descubierto que mis estudios teóricos sirven, llevándolos a la práctica, y me he dado cuenta de que algunas cosas son claves para el éxito de proyectos de cooperación internacional: La participación de los miembros de la comunidad, que hay que trabajar con y no sólo para ellos, tienen que sentir que el proyecto es suyo y que les sirven, que las demandas vienen de ellos, no desde fuera… Intentar buscar los recursos internos para que no dependan de ayudas exteriores… Reforzar los propios recursos de la comunidad, que son las personas sin saberlo a veces…
El tema de las mujeres es lo que más me ha afectado. Siendo de un país (Suecia) que ha logrado una tasa muy alta de igualdad de género, nunca me he sentido inferior a un hombre, siendo libre para tomar mis propias decisiones. Ha sido muy frustrante ver la situación en la que viven las mujeres de Bailadora, una comunidad con un machismo muy arraigado, dónde la mayoría de las mujeres se dedican al cuidado de su marido, los hijos, los animales y la casa, dónde pasan el día lavando y quedándose en casa porque alguien la tiene que cuidar (nunca dejan la casa sola, y pocas veces son los hombres los que se quedan, así que las mujeres “pierden” su día ahí, o los niños pierden la escuela); y dónde las mujeres son prácticamente esclavas de los hombres…
Las mujeres tienen una gran potencial y estoy convencida de que son la clave en el desarrollo; no sólo en el desarrollo personal de la mujer, sino también imprescindibles para el desarrollo de toda la comunidad y del país. Las mujeres son recursos que hay que aprovechar, por el bienestar de ellas mismas y por el bien de todos. El empoderamiento es posible también en comunidades rurales en Nicaragua, lo hemos visto: mujeres que han creado cooperativas de telares, de artesanía… Es algo que hay que trabajar también en Bailadora.
Por ello, hemos iniciado una iniciativa con dos mujeres de la comunidad, las dos con experiencias y situaciones personales que les motivan a luchar por el empoderamiento de la mujer. Junto con ellas queremos colaborar con dos colectivos de mujeres en la zona, para proporcionarlas formación en este tema, para que hagan de enlace entre los colectivos de mujeres y la comunidad, y así poder ser de ayuda para mujeres en situaciones difíciles. Nos alegramos mucho con este nuevo proyecto, de las ganas que hemos visto que tienen estas mujeres por querer cambiar una situación insostenible e injusta en su comunidad. Así que, nuestra implicación en el proyecto no termina aquí, sino que tenemos muchas ganas de seguir trabajando en esta iniciativa.
Aunque solo hemos estado dos meses y los cambios sociales son generacionales, muy a largo plazo, hemos podido ver algunos cambios en la comunidad que nos hacen mucha ilusión y que nos motivan en seguir trabajando con esta Bailadora que hemos empezado a conocer…
Tengo que destacar lo agradecida que estoy de haber conocido a tanta gente fantástica durante esta experiencia. Hablo tanto de nuestro “equipo rural” – Azucena, Elder y Jai, que todos nos han tratado genial, siempre preocupándose por nosotras y contando con nosotras – como de las personas maravillosas de la comunidad, sobre todo el líder, Silvio, con él hemos tenido muy buena comunicación y un apoyo mutuo durante todo la estancia, pero también nuestras vecinas Heisin, Delvia y Jolibeth, que ya echo mucho de menos… Y María, una mujer en la que veo mucha potencial y que me gustaría conocer mejor, y que está empezando con nosotras el proyecto del empoderamiento de la mujer. Y por supuesto los cheles y chelas que he conocido: Victor, Victoria, Sara de Esquipulas, Sara de Bailadora, Daniel, Álvaro, Pablo y Laura. Judith. Leyli.
Y una persona que he conocido mejor durante esta experiencia que hemos compartido casi 24 horas al día: Helena. Me siento muy afortunada de haber compartido con ella esta experiencia, tanto el trabajo en la comunidad; que le apasiona y en el que muestra grandes cualidades; como aprender a bailar el baile del pollo con los niños.. como compartir cualquier paranoia o risa… y manejar todo tipo de sustos, sean de murciélagos, calaveras en la pared, ver todo en negro o cualquier otra situación al límite… Me lo he pasado genial con ella, es una fuente de inspiración, y ha sido un gran apoyo tanto personal como profesional para mí.
Esta experiencia me ha resultado muy importante, me ha hecho reflexionar mucho de por qué las cosas son como son, me ha hecho sentirme aún más una parte de un mundo común, y he aprendido más de mi misma… Me siento enriquecida con esta estancia y me he quedado con muchas ganas de conocer más y trabajar con la comunidad de Bailadora, de seguir colaborando con Amycos, tanto en España como en Nicaragua.